A todos nos ha pasado que llegamos a un lugar y nos enamoramos, nos sentimos tan felices y cómodos que lo recomendamos, hablamos de nuestra experiencia y vendemos a los demás un momento personal. Lo describimos desde cualquier ángulo, la comida, el lugar o incluso desde nuestra propia emoción. Pero la experiencia gastronómica es un todo cuidado: desde el momento en que se hace una reserva o se atraviesa la puerta, el servicio, la comida, el lugar, la decoración, la música, el olor, la luz, el concepto… todo, aunque solo nos fijemos en algunos aspectos, lo que queda en la sensación y en la emoción es ese todo cuidado.

Y ese todo incluye temas como el domicilio y los momentos de verdad (que en marketing se entienden como las oportunidades de decirle a nuestro cliente lo importante que es a través de una nota, de un regalo, de una caja marcada, etc). El mundo de la restauración ya había previsto la “experiencia” como un valor agregado y diferenciador, pero sin duda la pandemia también ha llevado a cuestionar a los empresarios sobre sus estrategias de supervivencia. Hoy los momentos de encuentro social aun son limitados, pero en cambio la forma de expresar sentimientos por medio de entregas personalizadas amplia las oportunidades.

Las salidas a comer no son tan frecuentes para las personas, por cuidado personal y porque las condiciones económicas del mundo cambiaron, pero cuando alguien decide hacerlo busca que sea relevante e indulgente. Entonces el todo cuidado implica el desarrollo de la conexión con los clientes, entender que quieren, como lo quieren, cuando lo quieren y con quien, para desarrollar un plan de acción que involucra:

1. La capacidad de escucha y mejora continua: preguntar a los clientes como se sienten, recibir objeciones y estar dispuestos a mejorar, corregir al equipo de trabajo e impulsar una cultura de mejora continua.

2. Creatividad y valor agregado: Hay mucha competencia, el mercado es agresivo y las herramientas están allí para todos, por eso hay que identificar como ser diferente y contárselo a nuestros clientes de diferentes maneras.

3. Contar historias: estamos en la cultura de la infoxicación, todos somos bombardeados constantemente por publicidad, por las redes sociales y la conectividad contribuye a más ruido. Por eso hoy en marketing se habla del storytelling: el desarrollo de una narrativa propia, de una historia que nos ayuda a construir la experiencia, por ejemplo lugares temáticos, fechas de celebración, respuestas a grupos poblacionales, etc.

4. La comida: sin duda nada cumple con su objetivo si la comida no responde al todo cuidado. Por eso vale la pena acudir a recursos como la innovación constante, la mejora de cartas, la mezcla de sabores, texturas e incluso temperaturas.

5. Investigue y aplique: Hoy por hoy existen universidades dedicas al conocimiento del poder de los sentidos, la psicología del espacio, la psicología del sonido, la ciencia de los olores. Las grandes marcas invierten en la arquitectura de su olor y su visual. No hay excusa, el conocimiento esta disponible para todos. Antes de comprar un empaque investigue que efecto puede conseguir en su cliente, antes de pintar un muro lea sobre la influencia del color en el apetito de las personas. El neuromarketing ofrece información valiosa.

6. Busque tendencias y atrévase a crear tendencia: en el mundo de la restauración hoy hay muchas posibilidades de aprender y sorprenderse, incluso de mezclar industrias y universos como turismo gastronómico, salud, bienestar y gastronomía, negocios y gastronomía. Así que mire que propuestas hace la industria en Nueva York, en París, en Alemania, e incluso observe a su vecino e investigue que ofrece de nuevo, no para copiar
sino para buscar inspiración.

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